Hay tres aspectos que todos querríamos tener : sabiduría, belleza y fuerza, pues nadie desea sus opuestos de tonto, feo y frágil.
Los tres atributos atraen admiración, ya que supone disponer de un poder de atracción, bien a través del intelecto o del cuerpo. A parte de la impresión inmediata externa, estos dones contienen más singularidades.
Sabiduria como un conjunto de virtudes obtenidas gradualmente manifestándose en acciones pulcras, donde la medida óptima y la armonía es la tónica.
Belleza como constatación de un equilibrio de formas, entre el pensamiento y sentimiento evidenciado en el físico.
Fuerza a todos los niveles forjada por un nutrimiento adecuado tanto en el aspecto mental, emocional y físico.
La integración o acoplamiento entre nuestra parcela individual con el colectivo, afrontando cualquier situación con capacidad de discernimiento, estabilidad afectiva y recta conducta.
El dia a dia nos va presentando retos diversos, a veces con unas caracteristicas que exigiran un alto grado de concentración y claridad para resolverlo, otras seran minucias de facil ejecución.
Dotarnos de las cualidades de los tres atributos exige unos requisitos, nada se da gratuitamente ni por que si, hay un detonante que lo propicia. La fuerza física se puede desarrollar con entrenamiento, llegando a un límite de acuerdo a la propia constitución y otros factores que incidan. La belleza a parte de lo mostrado externamente, depende de unas maneras cuidadas, en las palabras, en los gestos, en el refinamiento, en lo que se es capaz de transmitir dejando una huella. La sabiduria es lo que más cuesta de obtener, pide una exigencia constante, englobando las tres en una. Mediante el poder del pensamiento atraemos condiciones favorables, desarrollamos la fuerza interna que se plasma en fuerza externa, y la estabilidad general facilita unos sentimientos de proximidad, comprensión y calidez.
La sabiduria es la base, la belleza es lo que se desprende, la fuerza el resultado de lo forjado desde la abstracción a la concreción.
Este blog no pretende emular a los grandes pensadores clásicos, sino sólo unas breves exposiciones que puedan llegar a todo tipo de personas.
viernes, 29 de marzo de 2013
martes, 19 de marzo de 2013
POTENCIAL PERDIDO
Desconocemos el abasto de nuestro potencial al centrarnos principalmente en áreas concretas y factores de subsistencia. Dedicamos la mayor parte del tiempo en estar preparados y ejecutar las tareas pertinentes para acceder a unos recursos, esto condiciona otras posibilidades debido a las limitaciones para salirse de los márgenes donde nos encontramos ubicados.
El potencial a desarrollar tiene una doble vertiente : las aptitudes naturales a descubrir y cultivar, y encarar las diferentes pruebas de todo tipo que se van presentando con el objetivo de mantener la atención, ser precisos en el pensamiento y los movimientos, y ejercitar el discernimiento para resolver cualquier dilema.
Concentrados en las obligaciones diarias, en la rutina, en velar por lo esencial, dejamos de lado otras aspiraciones, conformándonos en subsistir rodeados a menudo de condiciones exentas de calidad que querríamos transformar pero no sabemos exactamente como.
Para conservar lo primordial con una actitud entre práctica y desconfiada, perdemos oportunidades de crecimiento y la satisfacción que podríamos sentir, optando por el poco pero seguro aunque las expectativas se queden por debajo de lo deseado. Conformarse en ir tirando sin riesgos tal vez proporciona un trabajo y dinero, y tambien el desencanto al constatar como las circunstancias nos dominan en lugar de ser nosotros quien cojamos las riendas y la dirección.
Mucha gente actúa por debajo de sus posibilidades, por comodidad, por no arriesgarse, por miedo al fracaso, para no coger responsabilidades, reflejándose externamente en planteamientos temerosos y resultados pobres.
Evitar, no afrontar, se trate de situaciones o relaciones, pensando a priori que los desencadenantes pueden ser peores de lo que hay actualmente,. es una covardia que no resuelve el fondo, una forma de pensar inútil atenazada por unos miedos imaginarios, donde la única manera de resolver temas o problemáticas es con ideas claras, visión en perspectiva y acciones resolutivas.
Lo que nos rodea y querríamos mejorar no se modificará si no deseamos subir el nivel, primero en nosotros con todos los cambios que comportaría, y a continuación en los diferentes frentes donde podemos incidir con nuestras aportaciones.
El potencial a desarrollar tiene una doble vertiente : las aptitudes naturales a descubrir y cultivar, y encarar las diferentes pruebas de todo tipo que se van presentando con el objetivo de mantener la atención, ser precisos en el pensamiento y los movimientos, y ejercitar el discernimiento para resolver cualquier dilema.
Concentrados en las obligaciones diarias, en la rutina, en velar por lo esencial, dejamos de lado otras aspiraciones, conformándonos en subsistir rodeados a menudo de condiciones exentas de calidad que querríamos transformar pero no sabemos exactamente como.
Para conservar lo primordial con una actitud entre práctica y desconfiada, perdemos oportunidades de crecimiento y la satisfacción que podríamos sentir, optando por el poco pero seguro aunque las expectativas se queden por debajo de lo deseado. Conformarse en ir tirando sin riesgos tal vez proporciona un trabajo y dinero, y tambien el desencanto al constatar como las circunstancias nos dominan en lugar de ser nosotros quien cojamos las riendas y la dirección.
Mucha gente actúa por debajo de sus posibilidades, por comodidad, por no arriesgarse, por miedo al fracaso, para no coger responsabilidades, reflejándose externamente en planteamientos temerosos y resultados pobres.
Evitar, no afrontar, se trate de situaciones o relaciones, pensando a priori que los desencadenantes pueden ser peores de lo que hay actualmente,. es una covardia que no resuelve el fondo, una forma de pensar inútil atenazada por unos miedos imaginarios, donde la única manera de resolver temas o problemáticas es con ideas claras, visión en perspectiva y acciones resolutivas.
Lo que nos rodea y querríamos mejorar no se modificará si no deseamos subir el nivel, primero en nosotros con todos los cambios que comportaría, y a continuación en los diferentes frentes donde podemos incidir con nuestras aportaciones.
sábado, 9 de marzo de 2013
HACER O NO HACER
A menudo nos encontramos con disyuntivas sobre decisiones a tomar si no dominamos demasiado el tema, si es una situación nueva, o en las mismas acciones diarias repetitivas.
El objetivo de lo que se movilice es acertar, pero muchas veces el asunto en cuestión depende de un proceso más o menos largo y de intermediarios diversos. De nuestra parte puede haber determinación, un planteamiento cuidadoso y un proceder correcto, pero esto no garantiza el éxito si hay una dependencia de terceros.
Tenemos situaciones donde hacer es una necesidad, para preservar un orden, conseguir recursos, etc. Y otras variantes donde no hacer es aconsejable por que puede suponer una pérdida o peores condiciones.
El dilema hacer no hacer con frecuencia es de tipo emocional respecto a relaciones. Las dudas sobre la conveniencia o no de mostrarse activo o bien pasivo, esperar con paciencia o dinamizar lo que se encuentra en un impasse.
La incertidumbre del resultado, la no convicción, la falta de seguridad, nos hacen actuar para observar las posibilidades segun la elección, que tampoco descubriremos hasta su conclusión en un sentido u otro.
Tambien está el hacer o no hacer en temáticas intrascendentes, cosas puntuales, donde la decisión acostumbra a no afectar en gran manera, ni al individuo ni a la cuestión de fondo.
Tanto en el hacer como en el no hacer, deberíamos clarificar las consecuencias posteriores, en nosotros y los demás. Obrar con conciencia, con ecuanimidad, velar por la armonía y quedar en paz internamente y externamente.
Todo lo que accionamos y tiene unas consecuencias comporta una responsabilidad, por tanto, antes de exteriorizar lo que primero es invisible, hemos de ver el impacto a corto y largo plazo. Por desgracia demasiadas cosas se hacen con imprudencia, producto de la inconciencia, falta de atención y desconexión del cuadro completo, de aqui los errores con lo que pueden reportar a continuación.
Sea cual sea la situación, tanto si es apropiado hacer como no hacer, hemos de poner los cinco sentidos, el discernimiento y la concentración para que la decisión final suponga lo correcto.
El objetivo de lo que se movilice es acertar, pero muchas veces el asunto en cuestión depende de un proceso más o menos largo y de intermediarios diversos. De nuestra parte puede haber determinación, un planteamiento cuidadoso y un proceder correcto, pero esto no garantiza el éxito si hay una dependencia de terceros.
Tenemos situaciones donde hacer es una necesidad, para preservar un orden, conseguir recursos, etc. Y otras variantes donde no hacer es aconsejable por que puede suponer una pérdida o peores condiciones.
El dilema hacer no hacer con frecuencia es de tipo emocional respecto a relaciones. Las dudas sobre la conveniencia o no de mostrarse activo o bien pasivo, esperar con paciencia o dinamizar lo que se encuentra en un impasse.
La incertidumbre del resultado, la no convicción, la falta de seguridad, nos hacen actuar para observar las posibilidades segun la elección, que tampoco descubriremos hasta su conclusión en un sentido u otro.
Tambien está el hacer o no hacer en temáticas intrascendentes, cosas puntuales, donde la decisión acostumbra a no afectar en gran manera, ni al individuo ni a la cuestión de fondo.
Tanto en el hacer como en el no hacer, deberíamos clarificar las consecuencias posteriores, en nosotros y los demás. Obrar con conciencia, con ecuanimidad, velar por la armonía y quedar en paz internamente y externamente.
Todo lo que accionamos y tiene unas consecuencias comporta una responsabilidad, por tanto, antes de exteriorizar lo que primero es invisible, hemos de ver el impacto a corto y largo plazo. Por desgracia demasiadas cosas se hacen con imprudencia, producto de la inconciencia, falta de atención y desconexión del cuadro completo, de aqui los errores con lo que pueden reportar a continuación.
Sea cual sea la situación, tanto si es apropiado hacer como no hacer, hemos de poner los cinco sentidos, el discernimiento y la concentración para que la decisión final suponga lo correcto.
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