De dentro a fuera, de fuera a dentro. Interactuamos en el exterior con lo almacenado en el interior, y mediante experiencias y relaciones acontecidas externamente, podemos incrementar recursos internos.
La nutrición física y mental la recibimos a través de otros, de la naturaleza, con el objetivo de poder contribuir a la sociedad desde las respectivas individualidades.
Primero recibimos y después damos. Primero entra y después sale, procurando constantemente los términos apropiados para el normal desarrollo en los diversos frentes, necesidades y las finalidades pretendidas.
Todos somos mutlidependientes a fin de establecer conexiones con aportaciones constantes de unos hacia otos. Lo obtenido fuera es para mantener o incrementar en según que casos, o bien eliminar o transformar, y después de un proceso lo hemos de revertir de nuevo al exterior.
Lo aprendido en la escuela a través de la memoria, lo debemos encajar en una actividad, adquiriendo recursos fuera por lo acumulado dentro.
En una conversación las palabras salen del interior y las escuchamos en el exterior. Nuestro bagaje global lo expresamos con lo hecho y dicho.
Todo lo guardado en el interior tiene una valor cuando se expresa en el exterior. Estudiar por estudiar o comer por comer, adquieren sentido cuando lo traspasamos a otros con palabras o acciones.
Nos nutrimos de una manera para compartirlo luego de forma diferente que resulte productiva y útil en el dador y en el receptor.
Asistimos contínuamente a situaciones de llenar y vaciar, entrar y salir, en un movimiento que se adapta a las circunstancias, necesidades o deseos.
El tiempo dilapidado en actos futiles no es recuperable, en cambio, los trasvases diversos cotidianos mantienen un equilibrio inestable entre pérdida o ganancia que depende de la armonía entre dar y recibir.
El movimiento vital contínuo supone traspasos de todo tipo, debiendo encontrar las proporciones idóneas en cada caso para que los cambios resulten favorables.