¿ Por qué tantas personas tienen miedo al cambio, cuando este es un hecho normal donde no hay dos dias idénticos ?
Lo vemos en la política, defendiendo acaloradamente leyes obsoletas, desfasadas, donde lo importante es permanecer estático, no tocar nada, que todo siga igual como si se tratara de los diez mandamientos.
La sociedad se va transformando y lo consideran normal, pero modificar decretos que en vez de estar al servicio del pueblo lo esclavizan, eso no es posible.
Parejas que se mantienen sin ningun proyecto de crecimiento, sin afinidades que sostenga los cimientos del vínculo, un inmovilismo rígido que no conduce a ninguna parte, con el único propósito de preservar una hipotética seguridad u otros motivos.
Trabajos mal pagados resignándose a tomar riesgos, pues desgraciadamente el abuso del fuerte sobre el débil es la tónica generalizada, y la impotencia de variar las reglas del juego condena a unas condiciones lamentables que se perpetuan por miedo a perder lo poco y que después aún sea menos.
Si hay dia y noche, las estaciones cambian ¿ donde radica el miedo a afrontar nuevas tendencias ? ¿ qué sentido tiene querer preservar lo caduco, lo que ya no funciona, lo que se ha convertido en una molestia por no haberlo substituido ? ¿ se quiere vivir o malvivir ? ¿ avanzar o quedarse estancado ?
Lo que no va hacia adelante incrementando conocimientos, potencial, maneras más enriquecedoras por las prestaciones, va hacia atrás. El miedo a perder o empeorar se fundamenta en una pobreza de espíritu interna, en la ignorancia de un plan universal donde todo está supervisado al milímetro para experimentar lo preciso a cada momento. El progreso o fracaso no depende de unas personas específicas, sino de un conjunto de interacciones que encaja contínuamente lo individual con lo colectivo.
Si a cada momento hacemos hacemos lo correcto, todo será para bien, porque en definitiva los acontecimientos están para introducir mejoras respecto al precedente. Ahora bien, si no queremos dejar ir lo instaurado, a parte de bloquear la entrada a otras posibilidades, la putrefacción de lo inservible acabará por destruir lo que se quiere preservar a capa y espada quedando mucho peor por impedir fluir un orden natural.