Instante es transitoriedad, ahora está ahora no. La foto es la perpetuación de un instante fugaz que se congela en una imagen. Podemos rescatar el recuerdo, pero ya no se puede repetir de la misma manera.
Muchos instantes parecidos pero ninguno totalmente igual. Instante es como el agua en las manos, no se puede retener. La rapidez de enlaces entre lo anterior y posterior diluye las acciones, guardando pocas imágenes en la memória de lo que vamos haciendo.
Instante a instante se construye o se destruye, vamos hacia arriba o hacia abajo, mejoramos o empeoramos. El instante nos muestra que no hay parada, que se ha de ir hacia adelante. El pasado sostiene el presente, se trata de saber con qué objetivo queremos seguir sosteniendo nuevos presentes.
Los valores son relativos, depende de la medida que ponga cada uno, y exactamente pasa con los instantes, hay que quedan grabados y otros se olvidan rápidamente.
Miles de instantes insignificantes que solo sirven de enlace, y muy pocos remarcables marcando eventos importantes para nosotros.
Unas palabras, unos gestos, unas acciones de un momento preciso, forjadas en el interior, se manifiestan para ir edificando las respectivas vidas particulares con las experiencias pertinentes en el tiempo oportuno.
Siempre estamos en el presente, pero los instantes presentes se almacenan en el pasado, viviendo entre lo permanente y lo transitorio. Afrontamos lo cambiante por unos preceptos eternos que sirven de guia, y sabiendo que el ahora se desvanece inmediatamente, procedemos de acuerdo a los anhelos de perpetuidad.
Inmersos en la dualidad buscamos la unidad, y esta unidad depende de acoplar la dualidad. El instante siempre está, pero nunca es igual.
Entre lo que se va y lo que perdura, lo olvidado y lo recordado, intentamos dotar de contenido las experiencias, y de todo ello queda un mínimo que marca las singularidades entre unos y otros.