viernes, 28 de febrero de 2014

AUTENTICIDAD

El camino no está hecho para muchos, y de estos solo unos cuantos son auténticos.
Consagrar la vida más allá de la subsistencia material al trabajo interior de crecimiento constante, pide bastante más que la comprensión intelectual teórica. Se requiere un inmenso deseo interno de librarse completamente a la instrucción y entrenamiento sin tregua que conduzca a la apertura de conciencia como referencia, y a la transformación posterior de formas prosaicas por formas refinadas.
Los condicionantes externos, las necesidades inmediatas, las diversas obligaciones, limitan la dedicación a observarse y saber con certeza que nos conviene a parte de acceder a los recursos materiales. La inercia es la tónica preponderante, donde hacer pausas largas para la introspección es una utopia atrapados como estamos en la persecución de dinero y los compromisos que esto comporta.
¿ Si tuvieramos una renta asegurada, cuantos de entre nosotros se meterian de lleno en el cultivo espiritual ?
La mayoría solo buscaria entretenimientos y placeres, pues dedicarse en cuerpo y alma al desarrollo integral del ser es una vocación que ha de estar fuertemente arraigada en lo más profundo de nosotros, de lo contrario faltará la intensidad, voluntad y continuidad ante los múltiples retos que se han de afrontar.
La vida mundana solo se dirige a tener en lo externo, en lo visible. La vida espiritual persigue el encaje a todos los niveles, y a parte de velar por la economía y los bienes esenciales, se ha de trabajar sobre uno mismo para que las manifestaciones de lo que pensamos, sentimos y hacemos, sean cada vez más efectivas para generar condiciones más favorables.
Enfocarse solo en la subsistencia es vivir en la temporalidad. Enfocarse en la trascendencia es proyectarse hacia la eternidad, adquiriendo ganancias indestructibles que sirven para seguir subiendo de nivel evolutivo.
Lo elemental es común en todos, donde la diferencia entre una vida de simple mantenimiento y una vida dotada de propósito, es lo que preparamos impulsándonos más allá del tiempo y espacio conocidos de nuestra dimensión para adentrarnos en sutilezas clarificadoras de la función que hemos venido a realizar aquí.

miércoles, 19 de febrero de 2014

NO PERDER ES GANAR

Todos nos encontramos aquí con un karma donde desconocemos el origen y su magnitud, pero lo que está claro es la necesidad de enmendarnos en diversos frentes.
Nadie se libra de recibir multitud de agravios que vienen de todos lados. A veces son los padres, otras los hermanos, la pareja, amistades, compañeros de trabajo. En un momento u otro recibimos garrotazos, y en ocasiones de varias personas en la misma época. Parece como si no fuera posible mantener la paz de forma estable, y cuando se acaba una batalla empieza otra.
La mayor parte de veces, si observamos el proceso, nos percataremos de la absurdidad de lo que ha provocado la discordia. La lógica desaparece dejando que se impongan unos determinados deseos personales desembocando en conflicto. Y esto se va repitiendo, ahora con uno ahora con otro, y mientras sigamos actuando de la misma manera nunca se resolveran las polémicas.
Muchos episodios vistos únicamente por lo que ha pasado, no tienen una base racional, y es aquí donde las deudas pendientes pueden esclarecer el detonante si desciframos el contenido de lo que se ha producido.
Agredimos y somos agredidos indefinidamente hasta que se desvela la conciencia de que las interacciones son un puente entre lo realizado anteriormente y sus consecuencias, y las posibilidades de ver y comprender con más amplitud cual es nuestra función aquí y ahora a través de las relaciones que se van cruzando en el camino.
Los otros los hemos de tener como un potencial que ayuda a expandirnos, como el revulsivo necesario para reflexionar y modificar aquellas posturas perjudiciales substituyéndolas por expresiones benéficas.
Aunque recibamos tratos punibles, indiferencia o ingratitud, nosotros hemos de actuar de manera de no acumular karma, mostrándonos atentos y correctos.
En el camino se diluiran relaciones, viviremos sensaciones desagradables, y procurando responder con el bien pagaremos deudas si es que lo eran, pues lo importante es no incrementar más cargas. Con esta actitud no perderemos en los acontecimientos que se produzcan, y no perdiendo ganaremos por la voluntad de instaurar la armonia con las progresivas mejoras que constataremos si preservamos en forjar el bien.

domingo, 9 de febrero de 2014

SENCILLEZ - ALTIVEZ

¿ De qué depende mostrarse sencillo o altivo ? Del nivel de conciencia. A mayor conciencia más sencillez, a mayor inconciencia más altivez.
La persona sencilla se percata de su insignificancia ante la inmensidad, ante la dependencia constante para acceder a los recursos pretendidos, de su ignorancia, de la fragilidad a que está expuesto por acontecimientos no controlados, de la necesidad de otros como proveedores.
La persona altiva se cree importante por que ocupa un cargo relevante, por que dispone de dinero, por que llega a gente que le aclama, por que influenciado por el ego se piensa que es superior, mejor que otros por comparación en cuanto a tener. Pero estas imposturas erróneas producto de una ilusión,  impiden ver con claridad el trasfondo.
Quien es más sencillo es más comprensivo, dialogante, abierto, flexible, considerado, ecuánime, sabe que los errores se cometen por motivos diversos pero no a propósito.
Quien es altivo es orgulloso, cerrado, rígido, solo vale su criterio, no reconoce los defectos, no se le puede advertir porque se considera impecable. Auto centrado en sus cosas, los demás son como una espécie de mal inevitable frente a su desmesurada valoración.
La persona sencilla es humilde, y convencida de no ser madie relevante, con su actitud es alguien.
La persona altiva se cree alguien, y justamente por lo que dice, por lo que hace, por el trato menospreciativo habitual, no es nadie.
La persona sencilla sin necesidad de unos conocimientos específicos se muestra con una sabiduría porque ha  comprendido lo esencial.
La persona altiva, falta de visión, pendiente de su microcosmos, distorsiona la realidad, observándola a conveniencia viviendo en la falsedad de un supuesto valor que denota un complejo de inferioridad que intenta compensar sin conseguirlo.
Quien es sencillo lo pone facil para entenderse y resolver asuntos. Quien es altivo discute, se quiere salir con la suya tanto si como no, y lo que con buenas maneras se agilizaría con rapidez, la prepotencia expresiva eterniza los conflictos.
En definitiva todo es  una cuestión de claridad o oscuridad, clave para cualquier planteamiento y los desencadenantes que vendran a continuación.