La mayor parte de nosotros estamos estancados, cuando no en un ámbito en otro, a menudo en diversas áreas. El estancamiento es un mal negocio para nosotros, para con quien nos relacionamos y para el mundo, pues ir ofreciendo las imperfecciones de siempre es un camino sin salida.
Nuestra ocupación no tiene nada que ver con nuestra verdadera misión. Los servicios ofrecidos para obtener recursos solo son un medio, detrás de esto cada uno ha de descifrar su singularidad y propósito existencial más allá del ejercicio laboral.
Inmersos en lo más básico a fin de preservar la presencia física, nos hemos desconectado del interior y el objetivo de nuestra estancia terrena. Limitados en la capacidad de maniobra, al enfocarnos en lo más elemental limitamos aún más el potencial que queda pendiente de descubrir y desarrollar.
Actuamos igual durante décadas sin introducir pautas que aporten una mayor calidad en el fondo y en la forma. Un estilo de vida que a parte de subsistir no conduce a ninguna parte. Parados en el tiempo con parámetros adquiridos en un momento del pasado, sin ampliar horizontes, siempre con los mismos puntos de vista, repitiendo patrones que condicionan la posibilidad de avanzar. Estar cerrado a nuevas vias, a probar variantes diferentes.
Haber hecho un pequeño proceso de aprendizaje hasta la juventud, y no moverse de aquí donde el entorno va reacondicionandose. El miedo de probar, de arriesgarse, de experimentar otras sensaciones.
Decir reiteradamente lo mismo, constata la falta de nutrición, haberse quedado en un punto sin introducir nuevos referentes, un deambular sin sentido, insatisfactorio, triste, donde tan solo se aspira a ir haciendo resignadamente.
Nos vamos quejando, criticandolo todo, ¿ pero qué hacemos para introducir condiciones más óptimas ? ¿ Qué hacemos para corregir los defectos ? ¿ Qué hacemos para proceder con una mejor conducta ? ¿ Qué hacemos para terner relaciones más armónicas ?
Si no cambia nada significativo en nosotros, en lo que pensamos, sentimos y hacemos, nos hemos quedado estancados, y por desgracia este panorama está presente en todas partes. Pasa el tiempo pero de manera infructuosa, pues las oportunidades no paran de presentarse para poder ir a un nivel más elevado, donde la falta de conciencia, la esclavitud de las condiciones de mantenimiento y las miras estrechas, perpetuan inevitablemente en lo individual y colectivo, permanecer estancados por la incapacidad de romper la inercia.