Contraste supone comparar, y comparar implica más de un componente. Estamos sometidos constantemente a escoger, y hacerlo depende de muchos factores que intervienen de por medio.
Diversidad en la unidad, juntar o separar, sea como sea vamos a la búsqueda de armonía y bienestar. La cuestión radica como conseguirlo. Inmersos en multitud de polaridades, el objetivo es encontrar el equilibrio de acuerdo a un conjunto de características individuales. Hay momentos que requieren silencio o lo deseamos, y otros ruido, a veces agradable a veces desagradable.
Un tiempo para el recogimiento, y una porción para la sociabilidad, con medidas estrictamente personales. El carácter, inquietudes y otras consideraciones, inclinaran a buscar la introspección o bien optar por una superficialidad enfocados en lo externo. Algunos iran tras la plenitud interna, y muchos otros desconectados de una interiorización perseguiran la búsqueda de placeres mundanos.
Los que querrán acumular bienes temporales por el valor que les puedan otorgar, y los que se decantaran por valores eternos a través de una instrucción y entrenamiento espiritual. Allí donde está la conciencia con la capacidad de discernimiento, de amplitud de miras, de visión de conjunto, de enfoque global, de desegotización, es lo que decantará la balanza en una dirección o en otra. La calidad y cantidad de lo que hacemos y tenemos lo evidencia el resultado y la incidencia que deja en nosotros y en el entorno.
La observación constante dentro y fuera de pensamientos, palabras y acciones, es el indicador para saber si vamos bien encaminados o equivocados. Ver los contrastes entre unes formas u otras y los desencadenantes, ha de clarificar qué es mejor escoger para generar las condiciones que reviertan en la paz, cordialidad y respeto mutuo instaurando mejoras permanentes en todo tipo de expresiones para el bien recíproco.
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