viernes, 28 de junio de 2024

INDULGENCIA O EXIGENCIA

Exigencia es apretar, indulgencia aflojar. Exigencia es rigor, indulgencia es clemencia. Exigencia es ambición para hacer más y mejor. Indulgencia es rebajar posibilidades por indolencia, pasividad por falta de entusiasmo decantandose por la inacción. ¿ Hemos de ser exigentes ? Si queremos calidad dotándonos de prestaciones más óptimas con incremento de recursos es indispensable. La exigencia es para mantener o subir el nivel. La acción tiene un propósito dirigido a un beneficio, y son los resultados los que indicaran si obtenemos un provecho.                                                                                                                             La idiosincracia y aptitudes de cada uno sube o baja el listón respecto a las pretensiones de lo que perseguimos. Dotar de más o menos importancia los objetivos determinará la implicación y la intensidad. Preservar y seguir avanzando en el terreno que sea comporta una exigencia de atención, unas acciones específicas y disponer de los instrumentos adecuados. Todo es una cuestión de medidas. La exigencia es para sumar, para superarse, pero según el contexto y la persona puede acabar siendo contraproducente. La indulgencia tiende a restar por inacción o dejarse ir en excesos o en lo no aconsejable, pero puede ser útil en situaciones concretas para distensar.                                                                                                            Si queremos más hemos de hacer más, pero no siempre más es sinónimo de más satisfacción. Ganar en ciertos aspectos a costa de perder en otros, no reporta bienestar. Es aquí donde hemos de saber cuales son las prioridades por lo que acaban desembocando.                                                                                           Hay quien es exigente hacia los demás y indulgente con si mismo. Justo al revés de lo que debería ser, porque indulgencia respecto al prójimo es señal de comprensión y benevolencia, mientras la primera denota egoismo auto exaltandose con un desequilibrio entre los valores personales y los ajenos.                 Hay momentos para ser exigente y otros para ser indulgente. La armonía radica en efectuar la elección pertinente en cada situación, y esto depende de la perspectiva, de la ecuanimidad y saber valorar los factores presentes que entren en escena en cada caso. 

viernes, 14 de junio de 2024

LOS ACTOS HIRIENTES NO SE BORRAN

Nada es casual, todo tiene un por qué, y aunque no lo veamos el motivo de lo experimentado obedece a algún propósito que en algún momento tal vez descubramos o quizás nunca.                                                Toda causa tendrá su efecto, y su desencadenante nos puede retrotraer a un pasado cercano o remoto sobre determinados comportamientos. Palabras hirientes, acciones deshonestas, engaños, estafas., agresiones, maltratos diversos que podemos recibir, son para reflexionar y mostrarnos las formas idóneas de proceder para que en vez de malestar forjemos bienestar.                                                                                            Aunque tomemos conciencia de que son señales de advertencia, mensajes de aprendizaje potencial, la huella generada en nosotros permanecerá impregnada en lo más profundo como manchas inesborrables. Las palabras no se las lleva el viento, se recuerdan, se perpetuan. La intensidad de la herida por comportamientos incorrectos se minimizará, pero se mantiene el recuerdo y la pérdida de calidad, de confianza, de proximidad que habíamos tenido con alguien se desvanece.                                                    Hemos de pensar muy bien qué queremos decir o qué queremos hacer por las consecuencias posteriores. Todo cuenta, y una vez se ha exteriorizado no hay marcha atrás y queda registrado con el impacto que haya dejado.                                                                                                                                                       Las formas egoistas y insensibles son el origen de todos los desalientos provenientes de acciones y/o palabras. Cuando alguien ha de pedir perdón es el reconocimiento de un error, y lo mejor es esforzarse para no tener que llegar hasta aquí. Decimos que perdonamos al infractor, pero el hecho deja un recuerdo que perdura y queda como una mancha en el expediente y un deterioro en la relación de acuerdo a la magnitud del hecho y el resultado. A lo largo de los años se acumulan decepciones, cuando no son unos otros, cuando no son relaciones cercanas lo son otras, y al final se va perdiendo la intensidad y el goce por el camino