jueves, 29 de noviembre de 2012

A LA BÚSQUEDA DE PLENITUD

Todos anhelamos bienestar en todas las áreas, pero nada sucede al azar. Conseguir algo supone dotarse de unas condiciones y acercarse a lo deseado por las vías oportunas.
Plenitud no es sencillamente tener, podemos tener y sentirnos insatisfechos. La plenitud es la extracción sutil a través de conexiones con materiales, personas o situaciones. Es una sensación  que experimentamos cuando en vez de acaparar y acumular para nosotros queremos dar a otros, preocuparnos por ellos. Cuando a parte de centrarnos en lo mundano se despierta el anhelo de desarrollar la naturaleza superior con el potencial y posibilidades que comporta.
La plenitud como sinónimo de completo no es posible en el estadio humano. Sometidos a oscilaciones y a pruebas contínuas, el reto es saber escoger el camino que preserve el orden.
No sabemos que perseguimos exactamente al no ver con claridad que se cuece a nivel espiritual. No hay un acceso al fondo y al objetivo de todos los procesos acontecidos. La verdadera razón de las cosas está oculta, y lo único que se puede hacer es desvelar las capas que lo cubren mediante instrucción y la aplicación práctica de esta.
Para llenar se ha de extraer de donde haya existencias suficientes, implicando cierto conocimiento, disponer de los utensilios apropiados y bienes prévios que sirvan de contenedor.
Para nutrir el cuerpo o el alma hemos de buscar en el lugar pertinente con las herramientas adecuadas. Entre lo interno y lo externo, lo particular y ajeno, se dirimen las posibilidades para conseguir lo deseado.
Plenitud o vacío es una cuestión de actitud, de valores, más importante que la cantidad de bienes materiales. La capacidad de imprimir calidad en nuestras manifestaciones en lo no medible pero evidente, como son las ideas, afectos o talentos.
Para ser más de lo que somos o tenemos nos lo hemos de ganar mediante aptitudes y disciplina, los cuales facilitaran el acceso a lo que pretendemos. Los frutos se obtendrán si las semillas se han ubicado en el terreno adecuado con las condiciones óptimas.
La plenitud siempre es y será relativa, pues las mermas globales en nosotros son el estímulo para superarnos a fin de sintonizarnos con la inmensidad, para que los esfuerzos nos muestren el sentido más allá de lo visible y aparente.

lunes, 19 de noviembre de 2012

CENTRO - PERIFERIA

Estar centrados es conectar con nuestro núcleo vital, que permite pensar, sentir y decidir eficazmente por la claridad surgida desde el interior.
Vivimos dentro y fuera, en el centro y en la periferia, pero es fundamental conseguir el desvelar interno que nos indicará la manera de proceder gracias a una visión nítida, a unos objetivos definidos y un debido planteamiento cara a un positivismo final.
Estar centrado es primordial para unos intercambios armónicos, y a pesar de actuar en la periferia la guia ha de venir de la conexión interna. Si estamos descentrados cometeremos errores por unos criterios desencajados.
El centro es la parte más auténtica en nosotros, debiendo procurar el cultivo oportuno de condiciones para que las diversas acciones a encarar sean resolutivas.
Estamos en una especie de circuito cerrado, donde lo propio y lo ajeno efectúan constantes intercambios en la dependencia mutua de otros para el sostenimiento individual. Por tal motivo es preciso dotarnos de la máxima formación para entendernos y entender el circundante a fin de establecer vínculos cordiales en beneficio de todos.
Si no instauramos un equilibrio, en vez de luminosidad habrá oscuridad, donde la coherencia y la incongruencia entablaran un conflicto, siendo de difícil solución si el discernimiento no adquiere preponderancia.
Estamos sometidos a factores previstos e imprevistos, y afrontarlos en condiciones requiere serenidad y perspectiva.
La agitación, manca de lucidez, la precipitación, puede conducir al abismo, donde la misma ceguera impide ver el origen y los desencadenantes.
Conectar con el centro es esencial, hemos de saber si lo que pensamos, lo que sentimos, si los propósitos son nobles, y hacia donde nos encaminamos. La responsabilidad recae en nosotros, y las consecuencias estaran en consonancia a lo que hagamos.
El centro es la referencia, el preludio, la ordenación de ideas que se ha de trasladar a la periferia mediante concreciones tangibles. Si en el centro hay claridad, buenas intenciones, objetivos correctos, el resultado se evidenciará en lo plasmado externamente. Decantar la balanza hacia lo que nos sea favorable o desfavorable depende de la fuerza y potencial interno.

viernes, 9 de noviembre de 2012

COMPRENSIÓN

Si partimos de la base que nada es casual, entenderemos que detrás de todas las manifestaciones hay una perfecta interacción de conexiones, ejerciendo cada cual su papel.
Hemos nacido en una famila específica, en un lugar concreto, en un tiempo determinado, con numerosas influencias de todo tipo que marcan unas peculiaridades. Estamos aquí para cumplir un propósito y se ha de descubrir.
En el trayecto nos encontraremos con múltiples situaciones, fáciles y difíciles, agradables y desagradables, con quien encajaremos y con quien no. Todo, bueno o malo en apariencia, sirve si somos capaces de ver más allá de las palabras o hechos. Se trata de estar atentos para entender la trama y la función ejecutada por los interventores.
El camino nos depara factores variados, justamente para aprender a valorar los esfuerzos y las ganancias. Cada vínculo es para algun intercambio, y las personas más próximas son nuestros instructores, haciendo de maestros y alumnos si sabemos interpretar el contenido.
Todo forma parte de un vasto organigrama, y ensanchar la perspectiva es conveniente para no quedarnos obturados en visiones parciales limitadas.
Se require un gran trabajo para adquirir la capacidad de comprensión de nosotros mismos, los demás y el mundo. Entender las causas subyacentes, y cuando lo consigamos, las tensiones y enfrentamientos se convertiran en compasión y amor al clarificar lo que antes no veíamos.
La ofuscación en querer que las cosas o las personas se muestren de acuerdo a nuestros deseos, es lo que origina las polémicas, repercutiendo en un trato de baja calidad. A consecuencia de esto nos mostramos distantes, poco afectuosos. Al no ser los acontecimientos como nos gustarian tendemos a alejarnos o mostrarnos agresivos debido a la frustración. Y si no se cambian las pautas desde el origen, pasa el tiempo sin resolver los conflictos que se van acumulando.
La armonía no llega por un cerrarse en banda de unos conceptos y pretensiones, persistiendo hasta que no seamos capaces de un planteamiento que substituya formas obstructivas por edificantes.
Detrás de manifestaciones catalogadas de maldad está la bondad. Lo que ha llevado a alguien a obrar de esta manera es la desviación de conducta por una incomprensión de la realidad que no se percata de la dimensión global, motivo que impide ver las conexiones entre los hechos y la causa.
Como tantas y tantas veces, la ignorancia y los deseos del ego son los grandes obstáculos. Para revertir cualquier factor en su opuesto hemos de hacer lo que este requiere. Si mantenemos formas erróneas desde la base, el resultado final conducirá al error.
Tomar conciencia, saber que pretendemos, y adaptar los componentes que intervengan en juego para crear las situaciones apropiadas que generen concordia es lo que deberíamos perseguir.