La vida va pasando, y las acciones diarias se van diluyendo, solo quedan algunos recuerdos y el resto se pierde en el olvido.
La alimentación de hoy nutre únicamente hoy, mañana necesitaremos nuevos alimentos, y lo que queda es la permanencia orgánica para seguir efectuando nuevas acciones.
Lo hecho ayer creó las bases de sustento, y lo que hacemos en cada nuevo presente es el anhelo de perpetuar una continuidad existencial. La cuestión es : ¿ para qué queremos esta continuidad ? ¿ para hacer qué ? ¿ si de lo cometido solo preservamos pequeñas porciones, que servicio ha aportado lo que se acaba diluyendo ?
Vamos empalmando de un contexto a otro, trabajar, descansar, desplazarse, comer, dormir, y de todas estas situaciones ¿ que provecho real extraemos ? Ahora esto ahora aquello, por inercia vamos enlazando una actividad con otra sin pararnos a reflexionar lo que necesitamos de verdad, qué queremos realmente, qué estamos haciendo con el tiempo que se nos dá. Y esto un dia y otro, año tras año, desde la infancia a la vejez, donde la conciencia casi no se incrementa por que en vez de aspirar a un crecimiento espiritual solo se pretende mantenerse gozando de las aportaciones materiales, y cómo estas son transitorias, por más experiencias que tengamos, al final todo queda diluido y reducido a unos mínimos recuerdos en la memória.
Del total ¿ qué aprendemos? ¿ qué mejoramos ? Nuestra función consiste en retirar el velo de las apariencias para ver el motivo que se esconde más allá de lo visible y perceptible, y así mientras la materia nos provee de herramientas de organización y aprendizaje, si descubrimos el auténtico propósito esforzándonos para lograr nuevos niveles de perfeccionamiento, constataremos que lo diluido en la densidad física sirve de combustible para incrementar la sutileza de las manifestaciones de nuestra naturaleza superior. Entonces lo diluido no se perderá, habrá servido de sacrificio para una causa más elevada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario