La vida es un reto, poniendonos a prueba para que nuestras facultades latentes se entrenen y puedan expresar su potencial.
A lo largo de los años se presentan todo tipo de situaciones que hemos de afrontar, haciendo uso de nuestros valores extraidos de la capacidad de pensar, de sentir y decidir.
El listón lo pondremos más alto o más bajo de acuerdo a las ambiciones, caracter, recursos mentales, fisicos y económicos, así como el medio donde nos encontramos. El afán de superación es indispensable para fijarnos nuevos retos, debiendo ser consequentes en saber hasta donde pueden abarcar las posibilidades de lograr el deseado. La planificación tendrá que realizarse con cuidado, dotandose de formación para movernos debidamente en el terreno pertinente para acercarnos al objetivo.
Los retos nos los podemos auto-imponer a fin de mejorar el estado actual en algun ámbito concreto, o bien venir del exterior para resolver eventos imprevistos. Sea como sea son desafios, y la finalidad es prosperar segun el caso o subsanar en otros.
De entre todos los retos, el más exigente es el de querer vivir en consonáncia a unes directrices espirituales, porque supone la constante necesidad de observarlo todo y dar una respuesta cada vez más pulcra a las diversas expresiones surgidas en nosotros en todos los sentidos. Pide ejercitarse una y otra vez en lo que hacemos, pues no podemos conformarnos con simplismos. La exigéncia és la tónica imperante, sin obsesiones, pero diligente y constante, en la persecución de unas maneras cuidadas que permitan aflorar progresivamente virtudes ganadas a base de una pertinaz tarea.
Como cualquier otro esfuerzo, estudiar y otros trabajos espirituales, debe hacerse con preparación, atención focalizada y respeto.
Ningun estudio o acción puede conseguir una conexión profunda con la luz si se realiza de cualquier manera. La cantidad de luz revelada por el estudio o acción estarà en proporción directa a la preparación hecha.
El reto de subsistencia es común a todos, fijando el punto de mira en los valores materiales externos. Eso supone focalizarnos en los medios, pero el fin es desarrollar en nosotros los valores eternos que den substancia y significado.
Quien se conforma con el contexto vigente corre el peligro de estancarse, y si no vamos hacia adelante retrocedemos. Se trata de crecer integralmente, lo que nos lleva a no estar nunca satisfechos, pues hay un montón de cuestiones a reconducir para dar una expresión de pulcritud que nos acerce a la anhelada armonia respecto a nosotros y en las relaciones con la colectividad.
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