sábado, 28 de mayo de 2011

CALIDAD - CANTIDAD

Calidad y cantidad han de ir emparejados para que cumplan su función. En lo que necesitamos es indispensable una cantidad, y esta medida requiere una matéria prima óptima que ofrezca un producto destinado a un provecho concreto.
La calidad es de orden espiritual, representa la excelencia por lo que es, por lo que hace, por la capacidad de durabilidad, eficacia y rendimiento. Es sinónimo de garantia, algo en que podemos confiar por las prestaciones y solvencia contrastada.
La cantidad es tanto espiritual como material. Espiritual en cuanto a abundancia, y material cuando el proceso no tiene como finalidad dar lo mejor en cuanto a los bienes ofrecidos, si no que prevalecen los intereses personales de obtención de unas ganancias sin dar suficiente importancia a la calidad de los mismos. Este planteamiento egoista piensa en lo que puede conseguir de beneficio el emisor, sin una consideración exigible hacia el receptor.
La calidad siempre expresa grandeza, de los elementos y de los encargados de transformar los ingredientes de inicio hasta su culminación. La cantidad no podrá evidenciarse como grandeza si no va acompañada de calidad. Y por más sensación de exhuberancia en cuanto a número, si es mediocre y de bajas prestaciones valdrá poco para lo que ha de servir.
Exactamente lo mismo pasa en la vida de las personas. Los talentos desarrollados focalizados en una área específica, marcan la diferencia respecto a quien no logra el mismo nivel, y la comparación entre ambos es quien denota mayor o menor calidad.
Las aspiraciones, junto con la aptitud, recursos y voluntad, pueden edificar progresivamente condiciones qualitativas y la satisfacción de los resultados conseguidos, tanto a título personal como goce y utilidad de aquellos a quien nos dirigimos prestando un servicio.
Calidad es símbolo de riqueza, auto estima, satisfacción, capacidad. En cambio, cantidad sin calidad es símbolo de pobreza y limitación. En todo lo que nos rodea, estos dos factores siempre estan presentes. Y en los anhelos de cada cual, los ideales que nos gustaría concretar, y las habilidades para convertirlo en realidad, nos acercarán o no a una determinada calidad en función de las posibilidades.
La calidad se aplica en todas direcciones. No solo es importante en los utensilios que hacemos servir habitualmente, lo es en la facultad de saber imprimir pensamientos elevados, de paz, armonia, fraternidad, en conversaciones enriquecedoras, sentimientos afectuosos, en acciones nobles, justas, velando por el bien común. Todo aquello que crea bienestar, en nosotros y el prójimo, en relaciones donde nos sentimos gratificados, en actividades edificantes. Lo que nos dignifica, empuja a mejorarnos como ser, lo que genera condiciones más favorables respecto a épocas anteriores. Lo que nos acerca en definitiva a la expresión espiritual en forma de virtudes experimentandolo en la densidad material.
Calidad es lo que todos queremos, pero solo unos cuantos acceden por preparación y recursos, internos y externos.

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