martes, 19 de julio de 2011

DEJAR OBRA

Nuestro paso existencial dependerá de las facultades que cultivemos y la implicación social. Para dejar huella es preciso forjar unas habilidades ofreciéndolas al colectivo.
Se puede tener una gran valía en uno o varios terrenos, pero no serán realmente significativos hasta que no pasen a participar en el àmbito social. Y no lo hemos de hacer para satisfacer al ego, lo hemos de hacer por que el desarrollo individual depende tanto del propio esfuerzo y talento, como del legado heredado de los predecesores que han abierto camino antes de hacerlo nosotros.
Cada uno aporta un servicio con unas funciones, habiendo diferentes niveles. La mayoría ocupa lugares subalternos, pero es el grueso que se necesita para que los servicios básicos lleguen a todos. Otros ejercerán cargos directivos por que es fundamental que haya una guia que indique las pautas a seguir, tal y como hace un director de orquesta.
Gracias a la herencia de los ancestros es posible acceder al conocimiento y a su aplicación práctica, y entre lo recibido del pasado más la indagación presente vamos edificando nuevos caminos que ayuden a introducir otros referentes que ensanchen y mejoren lo existente.
Formamos parte de un grupo inmenso de ciudadanos, donde el desarrollo y avance particular está en consonancia con las virtudes individuales que influirán dentro del contexto común donde todos participamos.
Las respectivas fuentes que fluyen (aportaciones personales) se nutren de la gran fuente donde todos bebemos y hemos de contribuir con nuestras obras para que continuen brotando sin límites.
El listón se ha de poner más alto, porque el conformismo es limitarse, y auto-limitándonos de golpe también se resiente el mundo. Hemos de ser ambiciosos, pero en un sentido bienentendido, no en la persecución codiciosa de unos intereses que favorecen unos perjudicando otros, este enfoque es inarmónico. Anhelar un crecimiento continuado en nosotros que se traduzca en realizaciones cada vez más pulcras como objetivo de progreso permanente, y como esto solo es posible con los valores y esfuerzo personal y lo recibido del colectivo, en el encaje de ambos radica el propósito y la ganancia final. Dejar obra para la posteridad evidenciando que hemos aprovechado la estancia transitoria, es el anhelo que ha de emerger en nosotros.

sábado, 9 de julio de 2011

VOLUNTAD

Antiguamente a los discípulos se les pedía un refuerzo de la voluntad, pues sin ella no hay acción, y sin acción no hay realización. La movilización y concreción dependen de la voluntad.
Primero hemos de tener un planteamiento claro, dotarnos de los materiales pertinentes ejecutando un proceso hasta lograr forma. Y de inicio a fin hemos de imprimir deseo, entusiasmo y empuje, facilitadores de la obra a realizar.
El intelecto ha de dirigir, medir, establecer conexiones entre los componentes que entren en juego, ejerciendo la función teórica. La práctica se extrae de la necesidad, el anhelo, el amor hacia lo pretendido, donde interviene la voluntad.
Elaborar conceptos sin concretarlos no conduce a nada, la idea ha de adquirir substáncia, darle una proyección, de lo contrario el potencial se pierde.
En todo proceso creador han de intervenir los tres puntales que hacen posible una obra : el pensamiento como referencia y organizador; el sentimiento como intermediario entre lo pensado y el objetivo, y la voluntad poniendo en marcha la trama. Todos los pasos han de estar sincronizados, pues el resultado depende de la sincronización y la habilidad ejecutora.
De lo sutil a lo denso cada paso se ha de hacer con precisión, donde de principio a fin el intelecto interviene guiando, y la parte sensitiva aportando calor y los instrumentos apropiados para la acción en la búsqueda de un objetivo.
La pereza es lo opuesto a la voluntad, un auténtico peligro para caer en la desidia imperante que solo comporta complicaciones. La falta de motivación, optar por no esforzarse, perpetua una comodidad estática que no es provechosa. Es dejar que lo malo se imponga a lo bueno por una visión errónea sobre el tema en cuestión, pues en vez de dinamizar los instrumentos convenientes generadores de bienestar, al no moverse, los posibles beneficios no se consiguen e incluso pueden revertir en pérdidas. Y así como la voluntad es sinónimo de vitalidad, la pereza seria de muerte.
La ejercitación de la voluntad se ve acompañada de un conjunto de cualidades que han de estar presentes durante el trayecto. Constáncia, perseverancia, paciencia, con un ritmo sostenido apoyandose en la disciplina.
La voluntad puede tener una doble vertiente : hacer y no hacer. Hacer para una realización constructiva. No hacer lo que puede ocasionar pérdidas, problemas o lamentaciones.
La clave para convertir en realidad una idea, acercarnos a la concreción de propósitos, ahora y siempre dependerán de la voluntad con el soporte del resto de factores que la sostienen.