Antiguamente a los discípulos se les pedía un refuerzo de la voluntad, pues sin ella no hay acción, y sin acción no hay realización. La movilización y concreción dependen de la voluntad.
Primero hemos de tener un planteamiento claro, dotarnos de los materiales pertinentes ejecutando un proceso hasta lograr forma. Y de inicio a fin hemos de imprimir deseo, entusiasmo y empuje, facilitadores de la obra a realizar.
El intelecto ha de dirigir, medir, establecer conexiones entre los componentes que entren en juego, ejerciendo la función teórica. La práctica se extrae de la necesidad, el anhelo, el amor hacia lo pretendido, donde interviene la voluntad.
Elaborar conceptos sin concretarlos no conduce a nada, la idea ha de adquirir substáncia, darle una proyección, de lo contrario el potencial se pierde.
En todo proceso creador han de intervenir los tres puntales que hacen posible una obra : el pensamiento como referencia y organizador; el sentimiento como intermediario entre lo pensado y el objetivo, y la voluntad poniendo en marcha la trama. Todos los pasos han de estar sincronizados, pues el resultado depende de la sincronización y la habilidad ejecutora.
De lo sutil a lo denso cada paso se ha de hacer con precisión, donde de principio a fin el intelecto interviene guiando, y la parte sensitiva aportando calor y los instrumentos apropiados para la acción en la búsqueda de un objetivo.
La pereza es lo opuesto a la voluntad, un auténtico peligro para caer en la desidia imperante que solo comporta complicaciones. La falta de motivación, optar por no esforzarse, perpetua una comodidad estática que no es provechosa. Es dejar que lo malo se imponga a lo bueno por una visión errónea sobre el tema en cuestión, pues en vez de dinamizar los instrumentos convenientes generadores de bienestar, al no moverse, los posibles beneficios no se consiguen e incluso pueden revertir en pérdidas. Y así como la voluntad es sinónimo de vitalidad, la pereza seria de muerte.
La ejercitación de la voluntad se ve acompañada de un conjunto de cualidades que han de estar presentes durante el trayecto. Constáncia, perseverancia, paciencia, con un ritmo sostenido apoyandose en la disciplina.
La voluntad puede tener una doble vertiente : hacer y no hacer. Hacer para una realización constructiva. No hacer lo que puede ocasionar pérdidas, problemas o lamentaciones.
La clave para convertir en realidad una idea, acercarnos a la concreción de propósitos, ahora y siempre dependerán de la voluntad con el soporte del resto de factores que la sostienen.
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