Nuestro paso existencial dependerá de las facultades que cultivemos y la implicación social. Para dejar huella es preciso forjar unas habilidades ofreciéndolas al colectivo.
Se puede tener una gran valía en uno o varios terrenos, pero no serán realmente significativos hasta que no pasen a participar en el àmbito social. Y no lo hemos de hacer para satisfacer al ego, lo hemos de hacer por que el desarrollo individual depende tanto del propio esfuerzo y talento, como del legado heredado de los predecesores que han abierto camino antes de hacerlo nosotros.
Cada uno aporta un servicio con unas funciones, habiendo diferentes niveles. La mayoría ocupa lugares subalternos, pero es el grueso que se necesita para que los servicios básicos lleguen a todos. Otros ejercerán cargos directivos por que es fundamental que haya una guia que indique las pautas a seguir, tal y como hace un director de orquesta.
Gracias a la herencia de los ancestros es posible acceder al conocimiento y a su aplicación práctica, y entre lo recibido del pasado más la indagación presente vamos edificando nuevos caminos que ayuden a introducir otros referentes que ensanchen y mejoren lo existente.
Formamos parte de un grupo inmenso de ciudadanos, donde el desarrollo y avance particular está en consonancia con las virtudes individuales que influirán dentro del contexto común donde todos participamos.
Las respectivas fuentes que fluyen (aportaciones personales) se nutren de la gran fuente donde todos bebemos y hemos de contribuir con nuestras obras para que continuen brotando sin límites.
El listón se ha de poner más alto, porque el conformismo es limitarse, y auto-limitándonos de golpe también se resiente el mundo. Hemos de ser ambiciosos, pero en un sentido bienentendido, no en la persecución codiciosa de unos intereses que favorecen unos perjudicando otros, este enfoque es inarmónico. Anhelar un crecimiento continuado en nosotros que se traduzca en realizaciones cada vez más pulcras como objetivo de progreso permanente, y como esto solo es posible con los valores y esfuerzo personal y lo recibido del colectivo, en el encaje de ambos radica el propósito y la ganancia final. Dejar obra para la posteridad evidenciando que hemos aprovechado la estancia transitoria, es el anhelo que ha de emerger en nosotros.
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