La vida se compone de momentos, pequeñas fracciones donde experimentamos multitud de variantes. Anhelamos que se presenten situaciones " especiales " que aporten goce, satisfacción y bienestar, pero lo cierto es que entre los miles de dias vividos, solo se produce en contadas ocasiones algunos dias un poco significativos; el resto es rutina de automatismos a la búsqueda de subsistencia.
Disponemos de ratos libres, descondicionados de obligaciones, que es donde podríamos forjar oportunidades gratificantes, y cuando no por un motivo, por otro, vamos malgastando el tiempo en futilidades, que ni enriquecen ni hacen sentir bien ni contribuyen a un propósito edificante.
Querríamos vidas de película, apasionantes, y la realidad es que no acabamos de salir nunca de nuestros mínimos particulares, condicionados por lo más esencial, por relaciones o por la salud.
La visión superficial, la impaciencia por conseguir resultados, los objetivos de bajo perfil, hace que los procesos se vivan sin intensidad ni profundidad, y por tanto los diversos momentos que los componen son de ínfima calidad.
Muchos momentos repetitivos, insubstanciales, y muy pocos realmente motivadores. Nos gustaría revertirlo, pero la propia incapacidad para generarlos y las limitaciones cotidianas, son impedimentos difíciles de superar.
Pasamos por la vida sin descubrir la gran mayoría cual es el motivo de nuestra estancia aquí, la función a ejecutar y si la llevamos a cabo o no. Desearíamos que todo fuera sensacional : abundancia de recursos, vínculos cercanos satisfactorios, plenitud de facultades. El panorama acostumbra a ser bastante diferente, donde la pobreza o dificultades económicas predominan, las relaciones a menudo son desastrosas, y por descontado el rendimiento general está muy por debajo de lo que podría ser.
¿ Qué hemos hecho o qué hacemos en los múltiples momentos que nos han conducido donde estamos ? Si el contexto actual se decanta más hacia la miseria que la riqueza en uno o varios factores, está claro que las acciones no se estan realizando con la debida corrección, y si lo queremos transformar deberemos saber la causa y enmendarlo.
La vida está hecha de momentos, y en cada uno de ellos hemos de fijar la máxima atención, poner todo el empeño en dar lo mejor de nosotros para que las bases de los sucesivos momentos sean más sólidos, más reconfortantes y más positivos. Primero hemos de tomar conciencia del valor de cada instante y sus consecuencias, y a continuación esforzarnos en generar condiciones más cualitativas para que los momentos posteriores que vengan tambien lo sean.
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