martes, 12 de diciembre de 2017

JUICIOS ( I )

Si hay alguna cosa en común entre todos es el impulso a juzgar cuando escuchamos comentarios o vemos ciertas acciones consideradas incorrectas desde nuestra óptica individual.
¿ Por qué juzgamos ? Por el anhelo de perfección. ¿ Cómo alguien imperfecto puede saber lo que es realmente perfecto ? Imbuidos por el ego que cree estar en lo cierto, guiados por unos deseos e intereses personales, limitados y condicionados por numerosas influencias, nos atrevemos a emitir veredictos de un todo cuando ni tan solo tenemos acceso a todas las partes.
Leyes, decretos, reglamentos, se instauran para establecer un orden, ya que de lo contrario seria un caos. No obstante, estas mismas leyes no son totalmente impecables, y en diversas ocasiones se constata lo injusto de lo que en un papel puede parecer justo.
Juzgamos hechos a través de acciones y/o palabras, que pueden derivar en unas consecuencias que pongan en peligro, causar daño o romper la armonìa. Pero, ¿ que pasa cuando el juez especula o distorsiona la realidad de acuerdo a su óptica visual, a sus gustos, a sus criterios, y en vez de ser ecuánime es parcial ?
¿Qué credibilidad puede tener alguien que manipula los hechos y lejos de poner remedio a un situación la empeora ?
¿ Cómo se puede pretender instaurar lo correcto cuando el veredicto no se ajusta a lo acontecido constatando claramente su incorrección ? ¿ Cómo alguien que ostenta un cargo de gran responsabilidad para distinguir claramente lo que es una infracción o no, puede errar de manera que el defensor de la ley incumpla la misma ley ?
En un caso demostrado con pruebas irrefutables, la finalidad de juzgar no ha de ser escarmentar o vengarse, sencillamente que el infractor tome conciencia y sirva de enmienda cara al futuro para no sufrir ni el ni los involucrados directamente o indirectamente las consecuencias de las acciones.
Los encargados de impartir justicia deberían tener conocimientos sociológicos para contrastarlo con sus ideas y ampliar la visión sobre lo que han de valorar para ser equitativos en el diagnóstico.
Las leyes se redactan de forma generalista com si todos fueran iguales, pero cada caso es diferente, debiendo sintonizar el espíritu de la letra con la persona implicada, las circunstancias, la intención y el resultado que haya comportado. No ceñirse estrictamente a lo que dice la ley, sino a la verdadera eficacia de esta teniendo en cuenta todos los factores.

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