PACIENCIA A LA FUERZA

 Todos nos vemos sometidos a cultivar la paciencia sencillamente por que cada cosa requiere un tiempo, una maduración, y el aprendizaje viene con la práctica. Cuando alguien dice paciencia, es de suponer que no se domina suficiente un tema y se ha de insistir, que algun proceso en marcha aun tiene un camino a recorrer, o bien personas que actuan tensandonos o demoras respecto a resultados.

Lo que querríamos y lo que es, en esto consiste entrenar la paciencia. Modificar, mejorar, encontrando los términos oportunos entre rapidez y lentitud, donde la espera podrá ser larga o corta de acuerdo a las caracteristicas de fondo y el momento.

La paciencia es acoplar sujeto y objeto, y necesitamos un cierto conocimiento entre lo existente y nuestro propósito. Incrementar el grado de paciencia se adquiere con la acumulación de experiencias, por lo tanto es gradual, y será aliada si somos capaces de atemperar los deseos con la actitud pertinente.

¿ Como se mide si se tiene mucha o poca paciencia ?  ¿ En qué ocasiones conviene y en cuales no ? La paciencia ha de hacer acto de presencia en el impasse que va del presente actual a lo que queremos se manifieste con determinados cambios. Según las pretensiones y lo que se produzca nos preguntaremos si vale la pena ser paciente, y solo lo sabremos al final.

La paciencia es el exponente que dependemos constantemente de factores externos, que las cosas no suceden a nuestro gusto sino como han de ser en consonancia al origen, a las acciones realizadas, a las consecuencias y ajustes producidos en los sucesivos desarrollos donde cada cosa tiene su ritmo. No se puede forzar o acelerar, porque el desenlace acostumbra a ser una pérdida en vez de un beneficio final que es el propósito de proceder con paciencia.

Una paciencia inmensa hemos de tener con todas aquellas personas que no saben comportarse correctamente. Aquellas que invaden el terreno de otro, egoismos de todo tipo, la gente que es incapaz de cooperar por que pretende hacerlo todo de acuerdo a sus deseos, y todo lo que rompe la armonía y las buenas maneras. Una paciencia limitada que hemos de saber hasta donde lo aceptamos.