Admirar es focalizarse en el objeto que transmite una sensación agradable por imágenes, sonidos o palabras a las que otorgamos valor. Idolatrar es focalizarse en el sujeto que es hábil en alguna área y tiene la aprobación pública que goza de lo mostrado. Nosotros somos unos intermediarios, y los talentos o habilidades son conocimientos adquiridos de otros que nos han precedido y cada uno individualmente imprime unas características con sello distintivo dirigido a compartir con otros aportandolo a la sociedad. ¿ Qué admiramos en una obra ? Aquello que nos llega, nos hace vibrar de acuerdo a nuestros gustos y sensibilidad. La admiración para unos puede ser indiferente para otros o incluso rechazada. En conjunto es bastante subjetivo. No hemos de idolatrar a nadie por que las peculiaridades individuales nos han sido asignadas con una supervisión precisa para que mediante el esfuerzo y la exteriorización establezcamos conexiones útiles para el beneficio personal y colectivo. A pesar de la mediocridad imperante tenemos necesidad de calidad, y cuando en los diferentes ámbitos alguien despunta por lo que ofrece, es cuando brota la admiración. El artífice solo es un canal por donde pasa la inspiración, un préstamo para ejecutar un propósito particular en la constante cadena de enlaces. Las obras de valor perduran en el tiempo y siguen siendo admiradas, mientras los autores desaparecen, indicando que el foco se ha de poner en admirar el producto, lo que ofrece, lo que transmite. El ídolo que es elevar desmesuradamente a alguien por que sabe expresar ciertas habilidades más allá del término medio imperante, solo ha filtrado lo que ha sabido captar dando forma con la finalidad de compartirlo cumpliendo así su tarea de contribución social.
Este blog no pretende emular a los grandes pensadores clásicos, sino sólo unas breves exposiciones que puedan llegar a todo tipo de personas.
sábado, 15 de octubre de 2022
ADMIRACIÓN SI, IDOLATRIA NO
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