El instinto de supervivencia impregna en nosotros el interés por adquirir recursos que faciliten la manutención y unas condiciones cómodas. Es lícito y normal que busquemos los métodos, caminos y medios para preservar la subsistencia.
El deseo de recibir es un hecho natural, y para obtener lo que no tenemos o incrementar bienes de algún tipo, hemos de establecer conexiones. Y es aquí donde se nos pone a prueba para equilibrar en cada interacción si los propósitos perseguidios nos hacen actuar con ecuanimidad, consideración y dignidad potenciales proveedores.
Todo el caos que observamos en el mundo, sea por un motivo u otro, es consecuencia de un interés mal enfocado. Cuando los intereses de un país, de un banco, de una multinacional, de unos polñiticos, desembocan en un maltrato ciudadano, está evidenciando la degradación humana al tratar las personas como simples sujetos útiles para sus fines sin importarles en absoluto las consecuencias de los actos ni las condiciones precarias de aquellos que se aprovechan.
Los preceptos espirituales dicen : cuando somos incapaces de sentir el dolor de otros o apreciarlos, no es posible ir más allá de un estadio primario.
Cuantas personas de entre nosotros somos realmente de poner en práctica el " quiere al prójimo como a ti mismo " o el todavía más difícil por no decir casi imposible " antepone las necesidades de los demás a las tuyas ".
Toda esta acumulación salvaje de dinero, las riquezas materiales desbordantes de una minoría que explota una mayoría, el uso y abuso del poder establecido con todo tipo de trampas, al final quedará diluido en la nada, ya que este no es el objetivo de vida.
La insensibilidad hacia otros los desconecta de estos, pero tambien de ellos mismos al perseguir erróneamente unos intereses que tarde o temprano no le serviran habiendo perdido además la oportunidad de tejer puentes para el bien común que es en realidad el interés que debería buscar constantemente.
Las ganancias obtenidas con malas maneras oscurecen el alma del individuo hundiendolo en una oscuridad creciente que lo aleja de la auténtica riqueza y auténtico fin.
Si en el interés pretendido no hay sensibilidad en la ecuación, tal interés en lugar de sumar resta, y en vez de ser un beneficio es una pérdida.
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